En las industrias creativas existe una dinámica particular conocida como el fenómeno “winner takes all”. Las economías que cuentan con esta particularidad presentan unos cuantos individuos “exitosos” que acaparan un segmento desproporcionado del mercado con respecto al resto.
Muchas veces esto se ve reflejado en mercados en donde hay una relación no lineal entre calidad y remuneración económica.
Por ejemplo, se podría decir que la diferencia cualitativa entre el mejor intérprete de Mozart del mundo y el segundo mejor es prácticamente imperceptible para la inmensa mayoría de la población. Sin embargo, cuando decidimos escuchar a Mozart en una plataforma de streaming como Spotify o YouTube, escucharemos al mejor intérprete (¿para qué escuchar al segundo mejor si podemos escuchar al primero?).
Por lo tanto, podemos notar que, si se extrapola este comportamiento para todos los potenciales oyentes de intérpretes de Mozart, hace que la diferencia entre la cantidad de escuchas que tiene el número 1 con respecto al segundo no es proporcional a la diferencia en calidad.
Esta situación tiene dos implicaciones directas desde el punto de vista económico:
- Existe un fuerte incentivo para posicionarse como el número 1 dentro de cualquier mercado (o nicho) dentro de las industrias creativas.
- Convierte al segundo/tercer mejor exponente de cada rama creativa en “infravalorados” por el mercado, lo cual puede verse visto como desincentivos para seguir generando producción creativa.
Recientemente han surgido mecanismos tecnológicos que agravan esta tendencia de las industrias creativas. Un ejemplo de esto son los algoritmos de recomendación para los consumidores de plataformas de música, cine, etc.
Estos algoritmos buscan optimizar la experiencia de sus usuarios, ofreciéndoles recomendaciones basadas en sus preferencias reveladas (es decir, en el contenido consumido anteriormente).
Adicionalmente los algoritmos utilizan el consumo de otros usuarios con comportamientos similares para recomendar contenido. Por lo tanto, esto favorece a las obras que han sido consumidas más intensivamente por otros usuarios afines, dejando marginadas obras con menos reproducciones, independientemente de su calidad. Lo anterior se conoce como retroalimentación positiva del contenido.
Otro aspecto relevante en la generación de “ganadores” en los sectores creativos es la cobertura mediática de los medios de comunicación. Intuitivamente podríamos deducir que los actos artísticos que ya cuentan con mayor éxito generan mayor interés “noticioso” y por ende mayor exposición orgánica hacia el público.
Por último, no se puede dejar de lado la participación de las grandes corporaciones que invierten en industrias creativas, las cuales tienen un incentivo en apostar por propuestas artísticas más consolidadas que representan un retorno económico con menor grado de riesgo o incertidumbre, y pocas veces consideran propuestas más alternativas como potenciales activos infravalorados, como comentamos anteriormente.